Hoy tenemos un desayuno o merienda muy nutritiva, este yogur con chía y fresas que además lleva un topping de nueces y chocolate 85% ¿Os apetece?
Tomar yogur es una buena forma de diversificar nuestra microbiota intestinal, este maravilloso y descuidado órgano que pesa alrededor de dos kilos.
Sí, no os asombréis, en nuestro intestino debería haber un equilibrio perfecto entre millones de microorganismos a los que maltratamos con la mala alimentación.
Y un desequilibrio en nuestra microbiota influye en nuestro sistema inmune, mucosas, piel, sistema endocrino y salud mental, entre otras.
Merece la pena cuidar de nuestro intestino y sus maravillosos habitantes.
Aquí tenéis la elaboración básica de yogur con calabaza y arándanos.
La única diferencia es que le añadí la chía antes de poner el yogur y fermentarlo.
También disponéis de esta otra receta de yogur con quinoa y nueces, este mousse de yogur con coulís de calabaza o bien una salsa de yogur de cabra y eneldo.
Además de hacer un yogur con chía y fresas, podéis añadirle cualquier otra fruta que os guste, trocitos de chocolate, muesli o granola casera.
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¿Y si soy intolerante a la lactosa?
Los intolerantes a la lactosa no suelen tener problemas digestivos con el yogur, esto se debe a que el yogur es un alimento lácteo que se obtiene mediante la fermentación bacteriana de la leche.
Su textura y sabor es causado por la conversión de la lactosa (azúcar de la leche) en ácido láctico.
El yogur y el queso, sufren un proceso de fermentación en el que se incluyen diferentes cepas bacterianas que se encargan de descomponer a la lactosa y de ese modo se vuelve más digerible.
Depende, claro está de la tolerancia personal, en cualquier caso, disponéis en el mercado de diferentes marcas de yogur sin lactosa.
Y por último, os agradezco que compartáis. 🙂
¡Hasta pronto!